sábado, 9 de abril de 2011

La agonía de la Colmena

Fuente La Republica

16 de enero de 2011

A pocos días de celebrarse el 476º aniversario de Lima, echamos un vistazo por La Colmena. La avenida principal y antiguo emblema de la ciudad languidece hoy olvidada por laoridades ediles. Luis Castañeda no hizo nada por recuperarla durante sus ocho años en el municipio. Hoy la esperanza está en s autmanos de una nueva gestión edil.

Por Karen Espejo


El esplendor se diluye en olvido a lo largo de La Colmena. La que fuera una de las avenidas más bellas y deslumbrantes del Centro Histórico de Lima en las primeras décadas del siglo XX agoniza hoy en medio de cines porno, fantasmales predios deshabitados y hedor a orines. Descendemos del auto junto a la arquitecta urbanista Silvia de los Ríos y el escenario es desolador.

“A veces me deprimo cuando vengo acá”, confiesa la experta apenas recorremos las primeras cuadras de La Colmena.

En el 306 de esta avenida, una casona amarilla se impone en toda una esquina. Posee una cúpula coronando su techo, preciosas esculturas de laureles sobre sus ventanas y rostros de ángeles bajo una docena de balcones magistrales. Una joya arquitectónica del estilo europeo art nouveau que alguna vez albergó a cierta aristocracia limeña y hoy desperdicia su singularidad convertida en hostal de S/.13 el cuarto, bodega y restaurante de menú indigesto. Junto a este inmueble, otras obras de arte alojan tugurios o están condenadas a permanecer cerradas en el día y abiertas durante la noche para ofrecer espectáculos de sórdido erotismo. La pena de Silvia de los Ríos es más que comprensible.

Restos de historia

“Cuando el entonces presidente Nicolás de Piérola construye La Colmena (en 1898), todas las casas tenían este estilo arquitectónico y fueron pobladas por gente de clase media alta y alta. Es la avenida que reúne mayor valor de art nouveau (una reinterpretación del nuevo arte del siglo XIX). Muy pocas ciudades en el mundo tienen este estilo y es un privilegio tenerlo en nuestro Centro Histórico. Perderlo sería lamentable”, comenta De los Ríos antes de volver a desilusionarse. Y es que unos pasos más allá se erigen los restos del famoso restaurante francés La Córcega, uno de los muchos locales gastronómicos europeos que antes atendían en el lugar. Hoy, lo único que queda de él es una fachada percudida, puertas tapiadas con ladrillos y un espectacular techo con ventanas rojizas. A través de sus estilizados balcones se puede ver que tras sus paredes todo está derruido.

“Ese era uno de los pocos art nouveau afrancesados que quedaban. Se dice que muchos propietarios que abandonaron sus casas no sabían qué hacer con ellas y dejaban los caños abiertos para que las paredes –muchas de ellas de adobe y quincha– se humedezcan y colapsen solas”, cuenta Silvia, quien es coordinadora del Equipo Centro Histórico de Lima, del Centro de Investigación, Documentación y Asesoría Poblacional (Cidap). Antes de nuestro recorrido, el profesor de historia de la arquitectura José García Bryce ya nos había adelantado que las élites de Lima comenzaron a retirarse de La Colmena –y en general del Centro Histórico– entre los años sesenta y setenta, en busca de lugares más exclusivos como San Isidro y Miraflores. La llegada de migrantes, la crisis económica y el terrorismo terminaron por ahuyentar, a fines de los ochenta, a los lujosos negocios que allí se asentaban.

Cultura estancada

Eso ocurrió, por ejemplo, con el cine Colmena, “uno de los más espectaculares de antaño y con carteleras de estreno”, comenta De los Ríos parada en su frontis. Hoy, este antiguo centro cultural es un cine porno, con precarias viviendas y comercios en los pisos de arriba. La triste historia se repite con el cine Le París, uno de los más importantes de la época, que actualmente exhibe sin pudor cintas como “La sirvienta erótica” y “Diversión sexual”, por solo cuatro soles.

La ubicación de ambos locales –según la experta– era estratégica ya que en medio de ambos se encontraba el Crillón, un hotel de cinco estrellas. En alguna de sus 550 habitaciones durmieron artistas como John Wayne, María Félix, Nat King Cole y Pelé, o empresarios como Luis Banchero Rossi, “quien antes de morir alquiló todo el piso 19 para vivir”, según el historiador Juan Luis Orrego. “El Crillón tenía además su Sky Room, el restaurante más ostentoso del momento, y La Carpa Teatro para conferencias políticas”, recuerda con entusiasmo De los Ríos, aunque la ilusión se esfuma nuevamente al ver un enorme cartel de “Edificio en venta” colgado delante de su estructura.

Frente a nosotros, lo que era el restaurante Chalet Suites, donde se comían los mejores crepes suzettes de Lima, luce inmensos candados bloqueando sus ingresos. Y junto a nosotros, librerías que en recuerdos de blanco y negro eran las emblemáticas Albión, Studio y ABC han sido transformadas en decadentes casas de libros usados, fotocopiadoras o agencias de viaje. La cultura se estancó en el pasado.

Siempre abandonada

Una cuadra más allá, en el cruce de La Colmena con Caylloma, esqueletos de cuartos derruidos afean aún más el paisaje. “Esa casa está destruida desde el sesenta, y desde esa fecha nunca se ha hecho nada en ese terreno”, asegura De los Ríos, y nos muestra una foto que nos deja impresionados. Tal como se ve en la imagen de la primera página de esta nota, una casona de tres pisos, con puertas de arco, una veintena de balcones y columnas decoradas con esculturas, estaba instalada en ese lugar.

“La familia que vivía allí abandonó la casa para ir a las nuevas zonas residenciales del sur de Lima. El municipio la declaró finca ruinosa y destruyó esta pieza de arte. No podemos esperar que ocurra lo mismo con otros predios. Con las casonas que aún se mantienen en La Colmena se puede armar fácilmente un circuito turístico. Aún tiene el potencial de volver a ser la calle cultural que fue décadas atrás”, asegura Silvia. Según la arquitecta, esto es lo primero que debería hacer la nueva Municipalidad de Lima: recuperar los usos originales del Centro Histórico y realizar programas dinamizadores para repoblar esta zona. Y es que en nuestro corto recorrido por La Colmena, desde la Plaza Dos de Mayo hasta la Plaza San Martín, contamos alrededor de 20 inmuebles desocupados, muchos de ellos torres de 9 y 14 pisos. “Un centro sin gente viviendo allí es un centro muerto, porque a cierta hora todo está cerrado y aumenta la inseguridad. Esto es lo que hay que cambiar”, precisa Silvia.

Al llegar a la Plaza San Martín, sin embargo, vemos algunos locales que se resisten a quedar en el olvido. El Hotel Bolívar, que desde 1924 hospedó a presidentes y diplomáticos, continúa en pie. “Ya no aloja a las élites de Lima, pero sí a algunos turistas. Además sus salones se alquilan para todo tipo de actividades”, detalla la especialista. Al frente, lo que fue el lujoso restaurante El Cortijo –aún más antiguo que el Bolívar– se presenta hoy como la pollería Roky’s, donde las decoraciones del art nouveau han sido cercenadas.

“Hace 15 a 20 años, los centros históricos de Latinoamérica entraron en crisis. Los pobladores, buscando zonas más exclusivas, fueron abandonando estos lugares por considerarlos viejos. Pero hoy esta situación se está revirtiendo. En Quito, por ejemplo, donde hay un impulso fuerte de su Centro Histórico. La Colmena no debe seguir postergada. Es triste que aquí las autoridades no se preocupen por rescatar el patrimonio, sino que lo vean como una carga, como una pesadilla”, concluye De los Ríos, antes de partir de esta calle olvidada, que espera recuperar su esplendor algún día.

El Metropolitano

-Según la arquitecta urbanista Silvia de los Ríos, la anterior gestión del municipio de Lima no fue capaz de revitalizar ni destugurizar el Centro Histórico. “La recuperación del Parque de la Muralla es interesante, pero que ingrese el Metropolitano aquí no se justifica. Por el contrario, altera la trama urbana y trae más gente de paso, en lugar de preocuparse por construir un centro en el que se pueda vivir”, opina.

-”En la Plaza San Martín, por ejemplo, se han retirado las farolas originales y se han instalado piletas altas que compiten con el escenario de la plaza. Se trata de armonizar, de vestir la ciudad para ir marcando una memoria colectiva de nuestra identidad. No de aplicar medidas que luego dejen heridas sangrantes en los aspectos social y cultural”, agrega la experta.

jueves, 3 de marzo de 2011

Lima, ciudad afro

AFRICANOS EN LIMA
Presencia africana. Durante los siglos XVI y XVII la mitad de la población de Lima era de origen africano. Como decía don Ricardo Palma el que no tenía de inga tenía de mandinga.
Por: Yobani Gonzales Jáuregui*
Domingo 16 de Enero del 2011
Fuente: El Comercio
 
La presencia africana en el Perú colonial fue importante, principalmente en la costa, donde una elevada cantidad de mano de obra esclava fue empleada en los campos de caña de azúcar y haciendas de panllevar. Si bien parte importante de los africanos trabajó en las economías de plantación, su presencia fue más significativa en la ciudad de Lima, donde según los censos coloniales llegaron a representar el 40% y 50% del total de la población de la ciudad, por lo que se consideró a Lima una ciudad negra. Para 1593, el censo arzobispal dio como resultado 12.790 habitantes, de los cuales 6.690 eran negros y mulatos. En el censo de 1636, realizado durante el gobierno del Marqués de Chinchón, dio por resultado casi 30 mil habitantes, de los cuales 13.620 eran negros y 861, mulatos. El resto lo formaban españoles e indígenas.

Ni juicios ni propiedades
Esto motivó a la corona hispana a normar la presencia de africanos. Desde la perspectiva jurídica, los esclavos fueron considerados objetos; por lo tanto, eran parte de la propiedad de sus señores. No podían tener propiedades, ni iniciar juicio alguno sin permiso de sus amos: carecían de capacidad jurídica y eran considerados menores de edad ante la ley. Sin embargo, existieron matices que permiten señalar que estas limitaciones fueron largamente superadas por la población africana y sus descendientes.

Elemento de resistencia
La población esclavizada, al igual que los indígenas, aprendió tempranamente a usar el derecho como elemento de resistencia ante el poder de los amos, hallando en la Iglesia el amparo necesario, pues la doctrina católica le reconocía a los africanos la capacidad de asumir la religión católica como propia. En los tres concilios limenses del siglo XVI se señaló la obligación de los amos de enviar a sus esclavos a oír misa y recibir doctrina todos los días de fiesta, siendo en el tercero cuando se incluye la facultad del esclavizado para demandar a su amo, si no le permite casarse según su voluntad o le impidiese convivir con su cónyuge.

¿Condición humana?
El solo hecho de permitirle cuestionar a los amos a través de un elemento como el derecho –así como otorgarle la libre elección matrimonial–, es reconocer a los esclavizados su condición humana. Asimismo, revela que la dominación ejercida sobre estos no tuvo carácter uniforme porque la Iglesia opuso los derechos civiles a los derechos de propiedad.

Casos memorables
Estos derechos fueron puestos en práctica a solo diez años del Tercer Concilio Limense. El capitán Diego de Agüero, integrante del cabildo de Lima, decidió trasladar a su esclava Leonor fuera de la ciudad por dos años, pidiendo permiso al tribunal eclesiástico. La solicitud fue rechazada porque la esclavizada estaba casada y no se “podía quebrantar el matrimonio por la ley de servidumbre”. Finalmente, el tribunal accedió al traslado solo por seis meses, dentro de los cuales debía volver la mujer bajo pena de excomunión y al pago de una indemnización. Ni el hecho de ser un personaje importante logró que Diego de Agüero use libremente su propiedad. Otros casos similares se hallan en el Archivo Arzobispal de Lima. En 1600 Juan de Villegas, esclavizado de la ciudad de México que llevaba más de 8 años en la ciudad de Lima, demandó a su amo porque lo vendió sin respetar su condición de casado, pidiendo su retorno a la ciudad de México para reanudar su vida matrimonial.

Discurso eficaz
Estos hechos nos permiten señalar que los esclavizados aprendieron a usar eficazmente el discurso religioso a su favor. Esto se propagó en la comunidad afro de forma oral y fue usado como resistencia contra quienes violentaban su vida matrimonial, siendo muchas veces más eficaz que otras resistencias al poder como el bandolerismo o el cimarronaje.

[*] Historiador.

Una Lima de todas las sangres

MESTIZAJE EN LA CAPITAL

Fuente: El Comercio

Mestiza y andina. A punto de celebrar 476 años de fundación española, la capital del Perú es hoy la ciudad que José María Arguedas vislumbró.
Por: Eduardo Arroyo*
Domingo 16 de Enero del 2011
 
El 18 de enero, aniversario 476 de la ciudad de Lima, se conmemora también el centenario del nacimiento del gran amauta José María Arguedas. La capital peruana es hoy una ciudad globalizada y nacional, cosmopolita y popular, mestiza y andina como él la quiso y vislumbró.

Exclusión ibérica
Los conquistadores ibéricos –no españoles, pues España en 1535 aún no era un estado-nación sino una difusa amalgama de reinos enfrentados entre sí– quisieron emular en Lima el poderío metropolitano anclado en Madrid. Así, esta ciudad se hizo excluyente de las demás, en su arquitectura, en su identidad, en sus consideraciones hacia sí misma.

La gran ciudad
Los europeos atribuyeron dotes de gran ciudad a Lima, residiendo aquí el virrey y su corte. Fue también sede de la administración de la explotación de recursos naturales de todo el virreinato y punto de salida de las riquezas peruanas hacia la capital ibérica, protagonizando la gesta de una economía de exportación.

Urbe multicultural
Garcilaso de la Vega, como Guamán Poma de Ayala, nos descubren los vericuetos y dramas segregadores del mestizaje, en el que convivían elementos blancos, criollos, mestizos, indios, negros, amén de moros, chinos, japoneses y europeos a granel. Pero quien mejor ha retratado este mestizaje y lo ha planteado a nivel de utopía realizable, ha sido José María Arguedas desde su novela “Agua” hasta “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, en el que pregona un mestizaje donde el ingrediente andino fuera vital. La expresión “todas las sangres” es el mejor retrato no solo de Lima sino del Perú integral, dotado de una multiculturalidad e interculturalidad.

Buscar la identidad
Arguedas buscó con angustia la forja de una identidad que se nutriera de nuestro ancestro y raíces andinas. Su obra es testimonio de la búsqueda creadora de una síntesis nacional, en la que lo andino y lo occidental se fusionaran dando paso a una nueva sociedad.

Allí está lo nuevo de la utopía andina, nunca arcaica, sino tremendamente moderna por recuperar lo más propio del alma nacional, de sus tradiciones, de sus raíces, de su ancestro, de su pasado y de su historia. Ese es su aporte al mundo. Una visión que madura en oposición a las utopías que buscan modernizarnos no desde dentro (una conversión endógena), sino importando una modernidad eurocéntrica, hoy venida a menos, en momentos en el que el Viejo Continente se descalabra ante la crisis internacional y los imperios hegemónicos nos ofrecen figuras mestizas liderando el escenario mundial (Obama y Hu Jintao).

En todo caso, la globalización puede convivir con la pluriidentidad nacional, lo nacional convivir con lo cosmopolita. Lima y el país han sido mestizos desde siempre, solo que la utopía andina reivindica el mensaje ancestral ante la noción de mestizaje de la generación del 900 (Riva Agüero, los hermanos García Calderón, Víctor Andrés Belaunde) que preconizaba la hegemonía blanca hispana.

Hoy, en un contexto de identidades globales y nacionales a la vez, internacionales y con fuerte presencia popular, nuestro país tiene un carácter integrador y su capital, Lima, es el crisol de todas las sangres, poblada de una ancha mesticidad, de una amplia choledad. Porque lo cholo es el mejor retrato de la ciudad y del país.


Lo cholo
Los cholos actuales son producto de la fusión cultural del mundo andino con la cultura criolla urbana, de la que nace una tercera identidad, la identidad chola. Sin embargo, se mantienen, como lo atestiguan los 7.000 clubes provincianos en Lima, las costumbres ancestrales en las yunzas, bailes, sabores, olores, música, lenguaje. Hasta en el fútbol. Ha sido el equipo cusqueño Cienciano que nos ha hecho vibrar con mayor fuerza nuestra peruanidad triunfante, al igual que los triunfos de Kina Malpartida, Sofía Mulanovich, Maicelo, Claudia Llosa, Magaly Solier, Mario Vargas Llosa, Gastón Acurio y demás.

La conquista de Lima
El desborde de los excluidos, luego de la Segunda Guerra Mundial, cambió el rostro del Perú y de Lima. La migración, el hecho social más importante del siglo XX, litoralizó la población nacional.

La migración, producto del desborde popular –no representado por el marco institucional–, repobló la costa. Un Perú profundo, concepto acuñado por Jorge Basadre y retomado por José María Arguedas, avanzó contra los cauces del Perú oficial.

Este desborde andiniza la ciudad, la ruraliza. A entender de José Matos Mar, lo que ha ocurrido es que lo andino ha conquistado la capital con un avance silencioso.

El Perú verdadero
El desborde popular, la oposición entre el Perú oficial y el profundo, hacen que esta ciudad ya no excluya al resto del país. Y tenemos nueve tipos de limeños de los que habla el experto en márketing Rolando Arellano: los conservadores, los tradicionales, los emprendedores, los sobrevivientes, los trabajadores, los sensoriales, los adaptados, los afortunados, los progresistas.

Una ciudad conquistada o reconquistada por los migrantes. Lima es la más grande de nuestras ciudades y probablemente la más serrana del país.

Hoy se ha impuesto la laboriosidad del Ande y, por tanto, el carácter trabajador del peruano; su carácter emprendedor, su creatividad e ingenio en una ciudad integradora de todas las etnias y nacionalidades.
Esta Lima mestiza resuelve las controversias sobre su identidad, tanto de aquellos que la han endiosado como de aquellos que la han satanizado. País y capital por pluricultural y plurilingüe. Una ciudad en proceso de destrucción y construcción simultáneas.

[*] Sociólogo.


Unión de culturas

Fuente: El Comercio

Urbanismo. Hace 26 años, por los 450 años de la fundación de Lima, el arquitecto Luis “Cartucho” Miró Quesada G. opinaba así sobre la crisis urbana…
Por: Luis Miró Quesada Garland (1914-1994)*
Domingo 16 de Enero del 2011
 
Hace 450 años Pizarro y sus huestes fundaron en lo que era el curacazgo de Taulichusco lo que es la metrópoli de Lima. Una larga historia, un dilatado destino.

Lima nació ese día de una decisión que hoy llamaría geopolítica, aquella, bien conocida, de que los españoles requerían de una capital céntrica dentro de las tierras conquistadas pero vecina al mar que le aseguraba su anexo a la tierra natal. Nace pues como una ciudad española, con un plano que se traza según las pragmáticas urbanísticas de Carlos V, céntricamente ubicada para gobernar las nuevas tierras conquistadas. Andando los tiempos y consecuentemente a las nuevas generaciones, Lima deviene una ciudad criolla con una idiosincrasia criolla y continuó siéndolo por siglos; criolla y en ello extraña al resto del país que gobernaba, en el que la vida rural continuaba siendo indígena y la urbana andina era mayormente mestiza que criolla. Con el advenimiento de la República, nuestra ciudad comienza a experimentar pruritos cosmopolitas, deviene menormente recatada y provinciana y sus modelos urbanos y sociales los busca en París y posteriormente en Estados Unidos; un proceso que acentúa en vez de aminorar el exotismo limeño dentro del contexto del país que políticamente gobierna.

Hasta hace cuarenta años, aproximadamente, tal ha sido la realidad de Lima. Una ciudad pequeña (275 mil habitantes, según el censo del 31), de idiosincrasia criolla y pruritos cosmopolitas, exógena a la realidad de la mayoría del país; del Perú profundo que decía Basadre. Situación que, más o menos, similar se encontraba también en otras ciudades de la costa peruana […]. Pienso que en una efeméride, como la que este año celebra Lima, es propio recordar a Pizarro y quizá a Taulichusco, pero ello dentro del carácter estrictamente histórico libre de notas nostálgicas, pues sería inconducente dentro la problemática actual de una ciudad metropolitana que se debate en una crisis. Una triple crisis, o más exactamente una crisis donde confluyen tres factores, el del crecimiento, el del desarrollo y el del cambio de usos y costumbres sociales.
[…]
Como lamentablemente la velocidad del desarrollo físico no ha seguido el aceleradísimo crecimiento demográfico, el resultado que vivimos es que se ha mermado la relación de facilidades urbanas, habitantes y con ello deteriorado la calidad de vida vecinal.

No creo que de ello quepa culpar a nadie y menos al gobierno actual que, con razón o sin ella, ha dado prioridad precisamente a la construcción de infraestructura y planta física; el hecho es que un alud demográfico ha rebasado nuestra capacidad de enfrentamiento al problema. Ha rebasado y seguirá rebasando si no se ataca la causa del problema, esto es la alta tasa de crecimiento poblacional urbano.
[…]
Matos Mar ha señalado con exactitud que “Esta ciudad inmensa se ha convertido en crisol de todo lo que es el Perú heterogéneo y plural”.
En verdad recién en estas últimas décadas Lima deja de ser una ciudad exógena a la realidad peruana para devenir en endógena a ella y comenzar a mostrar el rostro del Perú profundo.
[…]
Ese encuentro de contradicciones culturales es lo positivo de esta nueva realidad limeña, pero mucho es también lo problemático que la propia situación trae consigo, me refiero a los casi inabordables problemas que urbanísticamente ello apareja […]. La construcción popular en los barrios periféricos es un proceso muy dinámico, y en ellos estimable pero difícilmente encauzable para el logro de una ciudad ordenada.
[…]
Nuestro problema es cómo hacer nacer de esas contradicciones una simbiosis cultural. Quisiera ser igualmente optimista que muchos y creer que en forma natural y espontánea su aproximación hará que la enraizada y tradicional cultura andina y campesina conservará sus valores, reactualizándose y revitalizándose con los rasgos culturales que encuentra, pero también puede suceder, e históricamente ha venido acaeciendo, que esa cultura tradicional se pervierta y destruya en su contacto con la ciudad. Ese es el reto y ese es el problema.

[*] El Comercio, 18 de enero de 1985. Fragmento. Publicado como “450 años después, Lima en crisis”.


jueves, 3 de junio de 2010

Un plan para las casonas


Propuesta. Para brindarle otra mirada al Centro Histórico de Lima

Concuerdan en darle respuesta conjunta a casonas históricas
El Estado debe encabezar inversión público-privada

José Vadillo Vila
jvadillo@editoraperu.com.pe
El Peruano
28 de mayo de 2010

Se necesita un plan integral que incluya a las más de 500 casonas de Lima declaradas monumentos históricos por el Instituto Nacional de Cultura (INC), opinaron diversos especialistas y no esperar que pasen otros 10 o 20 años para volver al tema.

Para el arquitecto Martín Fabbri García, quien participó en la restauración de la Casona de San Marcos, se deben preservar estas casonas del Centro Histórico de Lima, porque “son pocas” frente a la cantidad de construcciones de la ciudad.

Dijo que se hace indispensable evaluar y diagnosticar seriamente estos monumentos históricos, pues “es poco probable” que se puedan conservar al 100%, “para fijar planes y procesos de intervención en estos inmuebles”, y revisar un proceso de saneamiento de la propiedad. Para su colega Silvia de los Ríos, del Centro de Investigación, Documentación y Asesoría Poblacional (CIDAP), lo “mínimo” que debe haber es un plan de destugurización, como el plan de manejo integral de renovación urbana del Centro Histórico, que anunció el presidente Alan García. Explicó que la municipalidad tiene un plan estratégico, pero es “muy exiguo”, sin recursos comprometidos.

En ese sentido, agregó que debe invitarse a los privados, sobre todo para trabajar el tema de vivienda social, porque “la idea no sería expulsar a quienes viven en el Centro Histórico y tener una ciudad que sólo por horas tenga uso comercial y cultural, sino un centro vivo”.

Un INC facilitador

Fabbri, por su parte, comentó que hoy no se pueden desarrollar este tipo de estrategias porque muchos predios tienen varios propietarios y usuarios reales, o pertenecen en su gran mayoría a la Iglesia y la Beneficencia. En palabras de Wiley Ludeña, “hay un pandemonio indescriptible en el régimen de propiedad en el Centro y necesitamos medidas extremas para solucionarlas”.

Los especialistas también concuerdan en la necesidad de simplificar los procedimientos del INC y crear alianzas estratégicas con universidades y colegios profesionales.

Para Silvia de los Ríos, “el INC debe dar un salto mayor, de ser un ente normativo a uno facilitador, para que estas casonas y predios que son joyas de la ciudad sean sujetos de la inversión pública-privada. El INC posee toda la información sobre estos inmuebles, que no deben ser una desgracia para sus propietarios”.

Por su parte, el arquitecto Ludeña recuerda que hay una presión de los inversionistas, ya que se prevé que los precios del metro cuadrado se incrementen debido a la visible recuperación del Centro. Pero urge monitorear desde el Estado, ya que a los inversionistas no les sale a cuenta remodelar una casona histórica.

De los Ríos considera que debemos aprovechar el interés de la Comisión Multipartidaria de Defensa Civil del Congreso, del INC y el Indeci y que el Estado –sobre todo la municipalidad– debe comandar la destugurización de los predios históricos; que se debe invitar a entidades como el Banco Mundial para sacar un producto financiero acorde con la realidad de lugares como el callejón de El Buque, que tiene más de 20 propietarios y necesita de un crédito blando. Son algunas sugerencias para no volver con el problema en 10 años.

jueves, 29 de abril de 2010

"Lima es una ciudad que se reinventa"

La República
Dom, 17/01/2010
Arquitecto y urbanista, Augusto Ortiz de Zevallos en uno de los grandes conocedores de la problemática de la capital, a la que ha dedicado sus mejores esfuerzos intelectuales y profesionales, tal como lo demuestra el Gran Parque de Lima, creado y diseñado a su iniciativa. Con él dialogamos con motivo de los 475 años de la fundación de la ciudad.
Por Federidco de Cárdenas
Fotos Rocío Orellana

Lima es una ciudad que suscita grandes pasiones. Ha provocado diatribas feroces como las de César Moro y Sabastián Salazar Bondy, pero también ha tenido defensores de la talla de Raúl Porras o Héctor Velarde. ¿Cuál es tu relación con la ciudad?

–Es una relación de amor-odio, como se da incluso en sus detractores. Salazar Bondy negó a Lima como arcadia colonial, pero en su diatriba hay algo de amor adolescente hacia una madre con la cual no termina de entenderse. Y Velarde, que fue uno de sus defensores, tiene textos en los que ironiza sobre el mal gusto, la huachafería, la arquitectura de cuento de hadas o la cortesanía limeñas. Lima es una ciudad con pegada, con espesura. Luis A. Sánchez dijo primero que es la ciudad de la que uno escapa y luego que de ella no se escapa nadie, que es como decir que ser limeño es algo irrenunciable, como un destino.

Lo que ocurre es que es una ciudad que se está reinventando, y por eso la Lima de hoy me parece muy estimulante. Es una ciudad que se obstinó en no ser peruana, pero que por fin se reencontró con el Perú como una suerte de crisol en el que la mitad más uno vienen de fuera y las muchas identidades se van conjugando y la sienten suya. Es verdad que hay muchas Limas, como le pasa a México. Hay Lima Norte, Lima Este, Lima Sur, Lima Centro y guardan sus patologías. Por ejemplo el deseo de la clase más pudiente es irse, a Miami o Asia.

Podemos no querer Lima por su cielo gris o plomizo, pero cuando sale el sol –al cual los limeños llamamos de 20 cariñosas maneras– la amamos. La de hoy es una ciudad vital, emergente, con potencialidades, pero también es una ciudad descoyuntada, caótica.

–Encuestas recientes descubren que hay una mayoría de limeños que tiende a encontrarla “bonita”. Es verdad que es un término amplio y relativo, porque en su arquitectura dejó de serlo hace un buen rato.

–Así es. Puede decirse que hasta la Lima de Leguía tuvimos una ciudad con presencia muy fuerte: los balcones e iglesias y las casas con identidad propia, fruto de un mestizaje que inventó sus elementos. Incluso la ciudad de Leguía fue generosa, con sus avenidas dirigidas al mar (Arequipa, Brasil) y sus generosos parques (Reserva, Exposición). Era una ciudad que ofrecía espacios públicos, pero que luego se fue negando y reduciendo. Surgió ese urbanismo triste de matar árboles y crear “corredores”, palabra horrible que convierte a sus avenidas en lugares de paso donde reina el auto.

Lo “bonito” tal vez esté referido a esa combinación curiosa que abarca la gastronomía, lo criollo en el buen sentido de humor y empatía. Hay ciertas maneras de ser limeño que terminan siendo gratas y que enganchan rápidamente con los extranjeros. Quizá se trate de una personalidad limeña más intangible que tangible. También de esos mitos que se resisten a morir, como aquello de la “Perla del Pacífico” o la “Tres veces coronada villa”, que no se refiere a ninguna coronación, sino a los tres reyes magos. Esa Lima señorial se fue, y en buena hora. Ahora se está inventando otra cosa, como ocurre con todas las grandes metrópolis, con una población joven que recrea su ciudad.

No podemos olvidar que Lima y su periferia cuentan ocho millones de habitantes, y en ese sentido hablar de una sola Lima tiene mucho de abstracción.

–Es una abstracción. Y hay sociólogos que han estudiado cómo Lima reproduce al Perú y cómo el mapa de las migraciones, con las ubicaciones de ayacuchanos o puneños. Todo provinciano llega a la casa de un pariente y el Norte, Este o Sur son como transiciones hacia lo limeño, perceptibles especialmente en el folclor que se escucha los fines de semana en diversas partes de la capital. Gustavo Riofrío ha estudiado esta incorporación a la ciudad a partir de dos o tres generaciones familiares que se suceden, a veces en el mismo espacio, con las invasiones iniciales convirtiéndose en casas y luego en edificios. Es que hay identidades que anclaron y tienen cohesión y a las que ya no corresponde el concepto de “cono”. Al comienzo fueron una suerte de ciudades-dormitorio de gente que trabajaba en el gran centro, pero eso quedó atrás y ahora habría que hablar más bien de Lima Norte, Lima Este o Lima Sur, ciudades caóticas pero vitales, cuyo crecimiento habría que ordenar, y no dejar en manos de los especuladores.

Si no hay un mínimo ordenamiento, el riesgo es la fracturación.

–Así es. El riesgo es el de una cada vez mayor fragmentación y con menos espacios de encuentro, pese a que hoy la gente tiende a encontrase más que hace años.

Los alcaldes

–Hay quien afirma que Lima es hechura de sus alcaldes. No sé si la frase tiene sentido, pero lo que es cierto es que desde 1980, cuando se regularizaron las elecciones municipales, se han sucedido diversos proyectos para la ciudad.

–Creo que los alcaldes son casi irrelevantes. Dependen de que tengan un plan y sobre todo los recursos para realizarlo. Por ejemplo el proyecto del Metropolitano, que intenta crear una columna vertebral a la ciudad y vincular el eje norte con el sur tendrá algún éxito porque permitirá un transporte colectivo con estándares mejorados y suscitará la emulación. No es posible que Lima continúe con esta madeja de 520 líneas que se enredan y anudan como tallarines. Pero los cambios se deben más a los migrantes, porque la autoconstrucción hizo que la ciudad ilegal superara a la legal y ha ido determinando la construcción de vías.

Orrego diseñó unos ejes de transporte que luego Barrantes materializó en parte, pero el tren eléctrico impidió que eso se continuara. Se perdió el préstamo otorgado por el BM porque se contradijo el modelo. Lo que hemos tenido ha sido un rosario de obras sueltas sin mayor conexión. Y, claro, la mejora de la economía por la recuperación del ahorro, permite que la gente se pueda pagar una vivienda a plazos. Pero no creo que los alcaldes tengan gran cosa que ver en esto. La ciudad se hace sola y los alcaldes la acompañan.

–¿Ni siquiera con Orrego, el único alcalde arquitecto que hemos tenido?

–No creo. Orrego era una persona empeñosa que construyó algunos ejes como la Túpac Amaru y Pachacútec. Inició un poco la construcción hacia las periferias, pero en el centro no pasó nada y me temo que en los años que siguieron pasó muy poco: el río (Rímac) sigue lleno de basura, la Costa Verde nunca se organizó. Es verdad que Lima tiene muy pocos recursos; Bogotá tiene un presupuesto diez veces mayor y lo mismo ocurre con Santiago.

Belmont hizo una alcaldía en la que las tareas eran pintar paredes y colocar adornos navideños. Salvo el by pass, dejó Lima al gobierno central, que lo hizo peor: el transporte fue desmontado en la época de Fujimori, quien impuso un “todo vale” por el que cualquier cosa que podía circular lo hiciera, sin importar su estado y por donde le diera la gana. Se desmanteló el sistema de rutas, algo que ni a la Thatcher se le hubiera ocurrido. El resultado es la locura de transporte que tenemos.

–¿Y el intento de ganar la Costa Verde para los limeños?

–Varias veces se ha tratado de armar una propuesta y ha fracasado. La distritalización hace a cada alcalde un reyezuelo y nunca la denominada “Autoridad Autónoma de la Costa Verde” ha podido funcionar como tal. El colmo es que se considere a los distritos como dueños de su propio suelo y puedan disponer de él para venderlo como negocio.

En estas condiciones, ¿cómo planificar para la ciudad?

–Es muy difícil. En Lima nada es pronosticable, y surgen los guetos que reúnen a los muy ricos, los muy pobres, los marginales, los mercados de contrabando y lo que existe ahora: grupos que administran la piratería en computación, cine, música, libros y que tienen sus espacios. Es el lado más tercermundista de la ciudad, pero en el mal sentido, aquello que la emparenta a Calcuta o El Cairo.

Luis Castañeda

Has sido uno de los más constantes críticos de la gestión del actual alcalde, Luis Castañeda. ¿Te ratificas en ello?

–Lo que me distanció inicialmente de Castañeda fue que rompiera con la tradición, respetada por Barrantes, Del Castillo o Andrade, de convocar al cuerpo de regidores, una tradición de pluralidad que hacía que la ciudad se pensara en conjunto. Este prescindir de la opinión de los otros continúa. Es verdad que trabaja mucho y que es eficaz, además ha producido un volumen de obras superior a otros. Pero creo que se equivoca en su poca apertura, en su reticencia a hacer que los ciudadanos participen de sus proyectos, algo que Mokus en Bogotá y Peñaloza, su sucesor, lograron bien: esa noción de ciudad de todos y con espacios compartidos. El bogotano de hoy está orgulloso de lo que tiene y lo defiende. La falta de comunicación de Castañeda hace que pierda una ligazón con los ciudadanos.

Tengo la impresión de que, aparte de las escaleras y los hospitales de la solidaridad, Castañeda hubiera ido construyendo su proyecto para la ciudad una vez elegido.

–No hay que olvidar que tuvo por algunos años EMAPE, responsable del peaje. Creo que eso lo marcó y que su mirada es demasiado “vialista” y que no abarca otras dimensiones. El manejo del tema cultural ha retrocedido en su gestión. Con Andrade hubo bienal de arte, ópera joven y decenas de manifestaciones que se han perdido. Es posible que no tuviera algo muy armado y que lo haya ido construyendo como sus obras de vialidad. Pero la ciudadanía limeña concebida como conocimiento, información, participación y cultura no está siendo trabajada. Desde una perspectiva promedio –y para los que ya no esperaban nada– su gestión resulta eficiente. Pero hay otros modelos en los cuales podríamos mirarnos. Pienso en Bogotá o Curitiba, y me parece que la ciudad desaprovecha posibilidades que tiene. La falta de diálogo que practica el alcalde hace que tampoco se muestre dispuesto a enterarse de ellas.

–¿Y tu experiencia como regidor?

–Nunca supe en qué consistía el cargo. No se me dio ninguna tarea personal, como podía ser la coordinación con un distrito o una labor en el concejo. Esta concepción del regidor como si fuera una entelequia perjudica mucho su labor. Queda una situación entre dos aguas en la que, como ocurre con los congresistas, nadie sabe qué hace un regidor, en tanto que el alcalde hace todo y no rinde cuentas ni sigue una agenda.

EL PARQUE DE LIMA

En la época de Andrade estuviste ligado a la creación del Parque de Lima, que fue concepción tuya. ¿Satisfecho con la experiencia?

–Sí, en líneas generales. Lo sacamos adelante con una oposición feroz de la dictadura, que encargó al INC de la época poner toda suerte de trabas. Cuando planteé el proyecto se tenía miedo al usuario. Recuerdo que pedí peces y patos para los estanques y me dijeron que se los iban a comer. Lo que me gusta del Parque de Lima es su parte tangible: ver a la abuela con ropa serrana, a la hija que ya es urbana y al nieto que es rockero y que cada uno encuentra allí lo que le interesa. El parque se logró plasmar como un espacio público para todos. Incluso el Museo de Arte –que era muy exclusivo– multiplicó su asistencia y talleres. Llegamos a usar los siete auditorios, uno para 4 mil personas. Ahora se usan solo para el Día de la Madre, pero allí estuvieron Sabina, Manu Chao y nuestros rockeros. Y allí ha hecho Gastón Acurio su festival de gastronomía. En las encuestas sale como el segundo espacio preferido de los limeños. Le ha faltado gestión cultural y lo siento desaprovechado, pero es que aún tenemos una mirada solemne, muy poco laica y muy poco abierta. Lo que cuenta es que la gente lo reconoce como espacio propio y eso me pone contento.

martes, 27 de abril de 2010

Ponen en valor casona barranquina construida por arquitecto francés Jean Claude Sahut

El arquitecto francés  Jean Claude Sahut, no solo construyó  el Palacio de Gobierno del Perú y otros monumentos arquitectónicos, sino también se dio tiempo para edificar casas particulares a pedido de adinerados propietarios. Ésta ubicada en Jirón Saenz Peña en Barranco (frente a la embajada española), fue en su época una bella residencia, pero que con el pasar del tiempo y las decadencias familiares, quedó hace hace poco inevitable. Este año alguien ha decidido ponerla en valor y, poco a poco, viene siendo reconstruida, rescatando sus viejos rincones y las costumbres de sus enigmáticos ex habitantes. Por ejemplo, a parte del grotesco colage de imágenes setenteras que alguno de sus huéspedes pegoteó en una de las habitaciones, se han restaurado piezas de dormitorio y una extraña colección de animales exóticos disecados, los que han sido aprovechados en una reciente exposición de arte subrrealista que ha invadido sus predios. Los viejos portales, losetas y rincones contrastan con la moderna escenografía producida con ocasión de esta exposición de arte. Se anuncia que proximamente esta casona, rescatada del olvido, será un hotel que hospedará a cuanto nostálgico visitante se asome por las románticas callejuelas barranquinas.

Imágenes César y Milagros M.