jueves, 3 de marzo de 2011

Lima, ciudad afro

AFRICANOS EN LIMA
Presencia africana. Durante los siglos XVI y XVII la mitad de la población de Lima era de origen africano. Como decía don Ricardo Palma el que no tenía de inga tenía de mandinga.
Por: Yobani Gonzales Jáuregui*
Domingo 16 de Enero del 2011
Fuente: El Comercio
 
La presencia africana en el Perú colonial fue importante, principalmente en la costa, donde una elevada cantidad de mano de obra esclava fue empleada en los campos de caña de azúcar y haciendas de panllevar. Si bien parte importante de los africanos trabajó en las economías de plantación, su presencia fue más significativa en la ciudad de Lima, donde según los censos coloniales llegaron a representar el 40% y 50% del total de la población de la ciudad, por lo que se consideró a Lima una ciudad negra. Para 1593, el censo arzobispal dio como resultado 12.790 habitantes, de los cuales 6.690 eran negros y mulatos. En el censo de 1636, realizado durante el gobierno del Marqués de Chinchón, dio por resultado casi 30 mil habitantes, de los cuales 13.620 eran negros y 861, mulatos. El resto lo formaban españoles e indígenas.

Ni juicios ni propiedades
Esto motivó a la corona hispana a normar la presencia de africanos. Desde la perspectiva jurídica, los esclavos fueron considerados objetos; por lo tanto, eran parte de la propiedad de sus señores. No podían tener propiedades, ni iniciar juicio alguno sin permiso de sus amos: carecían de capacidad jurídica y eran considerados menores de edad ante la ley. Sin embargo, existieron matices que permiten señalar que estas limitaciones fueron largamente superadas por la población africana y sus descendientes.

Elemento de resistencia
La población esclavizada, al igual que los indígenas, aprendió tempranamente a usar el derecho como elemento de resistencia ante el poder de los amos, hallando en la Iglesia el amparo necesario, pues la doctrina católica le reconocía a los africanos la capacidad de asumir la religión católica como propia. En los tres concilios limenses del siglo XVI se señaló la obligación de los amos de enviar a sus esclavos a oír misa y recibir doctrina todos los días de fiesta, siendo en el tercero cuando se incluye la facultad del esclavizado para demandar a su amo, si no le permite casarse según su voluntad o le impidiese convivir con su cónyuge.

¿Condición humana?
El solo hecho de permitirle cuestionar a los amos a través de un elemento como el derecho –así como otorgarle la libre elección matrimonial–, es reconocer a los esclavizados su condición humana. Asimismo, revela que la dominación ejercida sobre estos no tuvo carácter uniforme porque la Iglesia opuso los derechos civiles a los derechos de propiedad.

Casos memorables
Estos derechos fueron puestos en práctica a solo diez años del Tercer Concilio Limense. El capitán Diego de Agüero, integrante del cabildo de Lima, decidió trasladar a su esclava Leonor fuera de la ciudad por dos años, pidiendo permiso al tribunal eclesiástico. La solicitud fue rechazada porque la esclavizada estaba casada y no se “podía quebrantar el matrimonio por la ley de servidumbre”. Finalmente, el tribunal accedió al traslado solo por seis meses, dentro de los cuales debía volver la mujer bajo pena de excomunión y al pago de una indemnización. Ni el hecho de ser un personaje importante logró que Diego de Agüero use libremente su propiedad. Otros casos similares se hallan en el Archivo Arzobispal de Lima. En 1600 Juan de Villegas, esclavizado de la ciudad de México que llevaba más de 8 años en la ciudad de Lima, demandó a su amo porque lo vendió sin respetar su condición de casado, pidiendo su retorno a la ciudad de México para reanudar su vida matrimonial.

Discurso eficaz
Estos hechos nos permiten señalar que los esclavizados aprendieron a usar eficazmente el discurso religioso a su favor. Esto se propagó en la comunidad afro de forma oral y fue usado como resistencia contra quienes violentaban su vida matrimonial, siendo muchas veces más eficaz que otras resistencias al poder como el bandolerismo o el cimarronaje.

[*] Historiador.

Una Lima de todas las sangres

MESTIZAJE EN LA CAPITAL

Fuente: El Comercio

Mestiza y andina. A punto de celebrar 476 años de fundación española, la capital del Perú es hoy la ciudad que José María Arguedas vislumbró.
Por: Eduardo Arroyo*
Domingo 16 de Enero del 2011
 
El 18 de enero, aniversario 476 de la ciudad de Lima, se conmemora también el centenario del nacimiento del gran amauta José María Arguedas. La capital peruana es hoy una ciudad globalizada y nacional, cosmopolita y popular, mestiza y andina como él la quiso y vislumbró.

Exclusión ibérica
Los conquistadores ibéricos –no españoles, pues España en 1535 aún no era un estado-nación sino una difusa amalgama de reinos enfrentados entre sí– quisieron emular en Lima el poderío metropolitano anclado en Madrid. Así, esta ciudad se hizo excluyente de las demás, en su arquitectura, en su identidad, en sus consideraciones hacia sí misma.

La gran ciudad
Los europeos atribuyeron dotes de gran ciudad a Lima, residiendo aquí el virrey y su corte. Fue también sede de la administración de la explotación de recursos naturales de todo el virreinato y punto de salida de las riquezas peruanas hacia la capital ibérica, protagonizando la gesta de una economía de exportación.

Urbe multicultural
Garcilaso de la Vega, como Guamán Poma de Ayala, nos descubren los vericuetos y dramas segregadores del mestizaje, en el que convivían elementos blancos, criollos, mestizos, indios, negros, amén de moros, chinos, japoneses y europeos a granel. Pero quien mejor ha retratado este mestizaje y lo ha planteado a nivel de utopía realizable, ha sido José María Arguedas desde su novela “Agua” hasta “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, en el que pregona un mestizaje donde el ingrediente andino fuera vital. La expresión “todas las sangres” es el mejor retrato no solo de Lima sino del Perú integral, dotado de una multiculturalidad e interculturalidad.

Buscar la identidad
Arguedas buscó con angustia la forja de una identidad que se nutriera de nuestro ancestro y raíces andinas. Su obra es testimonio de la búsqueda creadora de una síntesis nacional, en la que lo andino y lo occidental se fusionaran dando paso a una nueva sociedad.

Allí está lo nuevo de la utopía andina, nunca arcaica, sino tremendamente moderna por recuperar lo más propio del alma nacional, de sus tradiciones, de sus raíces, de su ancestro, de su pasado y de su historia. Ese es su aporte al mundo. Una visión que madura en oposición a las utopías que buscan modernizarnos no desde dentro (una conversión endógena), sino importando una modernidad eurocéntrica, hoy venida a menos, en momentos en el que el Viejo Continente se descalabra ante la crisis internacional y los imperios hegemónicos nos ofrecen figuras mestizas liderando el escenario mundial (Obama y Hu Jintao).

En todo caso, la globalización puede convivir con la pluriidentidad nacional, lo nacional convivir con lo cosmopolita. Lima y el país han sido mestizos desde siempre, solo que la utopía andina reivindica el mensaje ancestral ante la noción de mestizaje de la generación del 900 (Riva Agüero, los hermanos García Calderón, Víctor Andrés Belaunde) que preconizaba la hegemonía blanca hispana.

Hoy, en un contexto de identidades globales y nacionales a la vez, internacionales y con fuerte presencia popular, nuestro país tiene un carácter integrador y su capital, Lima, es el crisol de todas las sangres, poblada de una ancha mesticidad, de una amplia choledad. Porque lo cholo es el mejor retrato de la ciudad y del país.


Lo cholo
Los cholos actuales son producto de la fusión cultural del mundo andino con la cultura criolla urbana, de la que nace una tercera identidad, la identidad chola. Sin embargo, se mantienen, como lo atestiguan los 7.000 clubes provincianos en Lima, las costumbres ancestrales en las yunzas, bailes, sabores, olores, música, lenguaje. Hasta en el fútbol. Ha sido el equipo cusqueño Cienciano que nos ha hecho vibrar con mayor fuerza nuestra peruanidad triunfante, al igual que los triunfos de Kina Malpartida, Sofía Mulanovich, Maicelo, Claudia Llosa, Magaly Solier, Mario Vargas Llosa, Gastón Acurio y demás.

La conquista de Lima
El desborde de los excluidos, luego de la Segunda Guerra Mundial, cambió el rostro del Perú y de Lima. La migración, el hecho social más importante del siglo XX, litoralizó la población nacional.

La migración, producto del desborde popular –no representado por el marco institucional–, repobló la costa. Un Perú profundo, concepto acuñado por Jorge Basadre y retomado por José María Arguedas, avanzó contra los cauces del Perú oficial.

Este desborde andiniza la ciudad, la ruraliza. A entender de José Matos Mar, lo que ha ocurrido es que lo andino ha conquistado la capital con un avance silencioso.

El Perú verdadero
El desborde popular, la oposición entre el Perú oficial y el profundo, hacen que esta ciudad ya no excluya al resto del país. Y tenemos nueve tipos de limeños de los que habla el experto en márketing Rolando Arellano: los conservadores, los tradicionales, los emprendedores, los sobrevivientes, los trabajadores, los sensoriales, los adaptados, los afortunados, los progresistas.

Una ciudad conquistada o reconquistada por los migrantes. Lima es la más grande de nuestras ciudades y probablemente la más serrana del país.

Hoy se ha impuesto la laboriosidad del Ande y, por tanto, el carácter trabajador del peruano; su carácter emprendedor, su creatividad e ingenio en una ciudad integradora de todas las etnias y nacionalidades.
Esta Lima mestiza resuelve las controversias sobre su identidad, tanto de aquellos que la han endiosado como de aquellos que la han satanizado. País y capital por pluricultural y plurilingüe. Una ciudad en proceso de destrucción y construcción simultáneas.

[*] Sociólogo.


Unión de culturas

Fuente: El Comercio

Urbanismo. Hace 26 años, por los 450 años de la fundación de Lima, el arquitecto Luis “Cartucho” Miró Quesada G. opinaba así sobre la crisis urbana…
Por: Luis Miró Quesada Garland (1914-1994)*
Domingo 16 de Enero del 2011
 
Hace 450 años Pizarro y sus huestes fundaron en lo que era el curacazgo de Taulichusco lo que es la metrópoli de Lima. Una larga historia, un dilatado destino.

Lima nació ese día de una decisión que hoy llamaría geopolítica, aquella, bien conocida, de que los españoles requerían de una capital céntrica dentro de las tierras conquistadas pero vecina al mar que le aseguraba su anexo a la tierra natal. Nace pues como una ciudad española, con un plano que se traza según las pragmáticas urbanísticas de Carlos V, céntricamente ubicada para gobernar las nuevas tierras conquistadas. Andando los tiempos y consecuentemente a las nuevas generaciones, Lima deviene una ciudad criolla con una idiosincrasia criolla y continuó siéndolo por siglos; criolla y en ello extraña al resto del país que gobernaba, en el que la vida rural continuaba siendo indígena y la urbana andina era mayormente mestiza que criolla. Con el advenimiento de la República, nuestra ciudad comienza a experimentar pruritos cosmopolitas, deviene menormente recatada y provinciana y sus modelos urbanos y sociales los busca en París y posteriormente en Estados Unidos; un proceso que acentúa en vez de aminorar el exotismo limeño dentro del contexto del país que políticamente gobierna.

Hasta hace cuarenta años, aproximadamente, tal ha sido la realidad de Lima. Una ciudad pequeña (275 mil habitantes, según el censo del 31), de idiosincrasia criolla y pruritos cosmopolitas, exógena a la realidad de la mayoría del país; del Perú profundo que decía Basadre. Situación que, más o menos, similar se encontraba también en otras ciudades de la costa peruana […]. Pienso que en una efeméride, como la que este año celebra Lima, es propio recordar a Pizarro y quizá a Taulichusco, pero ello dentro del carácter estrictamente histórico libre de notas nostálgicas, pues sería inconducente dentro la problemática actual de una ciudad metropolitana que se debate en una crisis. Una triple crisis, o más exactamente una crisis donde confluyen tres factores, el del crecimiento, el del desarrollo y el del cambio de usos y costumbres sociales.
[…]
Como lamentablemente la velocidad del desarrollo físico no ha seguido el aceleradísimo crecimiento demográfico, el resultado que vivimos es que se ha mermado la relación de facilidades urbanas, habitantes y con ello deteriorado la calidad de vida vecinal.

No creo que de ello quepa culpar a nadie y menos al gobierno actual que, con razón o sin ella, ha dado prioridad precisamente a la construcción de infraestructura y planta física; el hecho es que un alud demográfico ha rebasado nuestra capacidad de enfrentamiento al problema. Ha rebasado y seguirá rebasando si no se ataca la causa del problema, esto es la alta tasa de crecimiento poblacional urbano.
[…]
Matos Mar ha señalado con exactitud que “Esta ciudad inmensa se ha convertido en crisol de todo lo que es el Perú heterogéneo y plural”.
En verdad recién en estas últimas décadas Lima deja de ser una ciudad exógena a la realidad peruana para devenir en endógena a ella y comenzar a mostrar el rostro del Perú profundo.
[…]
Ese encuentro de contradicciones culturales es lo positivo de esta nueva realidad limeña, pero mucho es también lo problemático que la propia situación trae consigo, me refiero a los casi inabordables problemas que urbanísticamente ello apareja […]. La construcción popular en los barrios periféricos es un proceso muy dinámico, y en ellos estimable pero difícilmente encauzable para el logro de una ciudad ordenada.
[…]
Nuestro problema es cómo hacer nacer de esas contradicciones una simbiosis cultural. Quisiera ser igualmente optimista que muchos y creer que en forma natural y espontánea su aproximación hará que la enraizada y tradicional cultura andina y campesina conservará sus valores, reactualizándose y revitalizándose con los rasgos culturales que encuentra, pero también puede suceder, e históricamente ha venido acaeciendo, que esa cultura tradicional se pervierta y destruya en su contacto con la ciudad. Ese es el reto y ese es el problema.

[*] El Comercio, 18 de enero de 1985. Fragmento. Publicado como “450 años después, Lima en crisis”.